Recientemente, en Milán, compartí una poderosa lección sobre la importancia de nuestras intenciones, inspirada en una antigua leyenda cherokee…

Había un joven guerrero que se acercó a su maestro y le preguntó “estoy preocupado maestro, dentro de mi hay dos lobos que luchan entre si. Uno de ellos es oscuro, malo y arrogante y el otro, es compasivo, sereno y bondadoso. Maestro, ¿qué lobo ganará la batalla?”

A lo que el maestro le contestó… “ganará aquel al que alimentes”.

Esta leyenda nos recuerda la complejidad de nuestras intenciones. No todas son completamente buenas o malas. Por ejemplo, yo con este post puedo querer compartir una información que ayude a quien lo lea a comunicarse mejor, a encontrar herramientas que tal vez no haya usado antes. Y a la vez, puedo querer obtener muchos me gusta, muchas respuestas y personas interesadas en futuras formaciones.

Como ves tengo intenciones complejas. Es la intención percibida por quien recibe el mensaje la que marca la diferencia, por muy sana intención que yo tenga, si el receptor de mi mensaje detecta algo que le hace desconfiar, habrá pocas posibilidades de que nos comuniquemos con éxito.

Elijamos alimentar las intenciones que nos ayuden a crecer, aportar valor y construir relaciones sólidas. Alimentemos a nuestro lobo bueno y ayudemos a quienes nos rodean a que hagan lo mismo.

¿Habías oído esta historia?

Por cierto, muchas gracias al visual thinker Ekim por sus animaciones 😉:  @ekim.comics , ekam.ekim@gmail.com 

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